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Parece mentira, pero a TODOS nos pasado.

  • Rogelio Zárate
  • 28 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

Parece mentira, pero a todos nos ha pasado.

Cuando llega un momento incomodo cuando aparece la angelical supervisora y/o jefa de turno la cual te pide que hagas “algo sucio y pervertido” si querías conservar tu trabajo; algo para lo cual no estabas “preparado”.

Así me paso cuando luego de muchos meses (y diseños), después de varias aprobaciones, seguido de ver que bastantes de los diseños que había realizado pasaban al área de producción en masa, sentía que alguien había decidido que había llegado el momento de probar de que estaba hecho y cuanto media… mi capacidad.

“Rogelito? Papacito, lindo, ¡ven acá! (y a continuación me expuso melodiosamente lo que……. Deseaba…), concluyendo su demanda con una mirada clavada en mis ojos a ver si se me caía la baba, me dijo casi, casi sarcásticamente:

“¿¿¿Puedes???, ¿estas PREPARADO, ¿no?, ¿te estoy hablando, estas allí?... Hey McFly, el mundo a McFly, responde: ¿estas PREPARADO?”.

Yo me dije:

“Preparado”.

Y medite que preparado tiene una asociación directa con estudios académicos, títulos profesionales y un largo etc. Y como que no me sentía muy respaldado y menos a la “altura” de ello.

“¿Preparado?”.

Sentí un pequeño vacío en el estómago y un rápido dialogo neuronal en el cual se me conminaba a decir: “si no lo hago, estoy frito como un pejerrey”.

Era el instante de aceptar el desafío o el de ponerse el pijama y echarse a dormir (y que lo haga otro, por favor).

“¿Rogelio?”, me dijo una vez más la morena supervisora.

Sucedió hace 15 años, y para alguien que sólo se ocupaba en diseño gráfico era como ser Julio Cesar antes de cruzar el Rubicón y enfrentar a Pompeyo en la capital del Imperio o como el que compra La Tinka (la lotería) y a ver si le liga (total cuesta 1 sol… ¿o 2? No me acuerdo, nunca compro La Tinka).

¿Qué era lo que pedía la morena supervisora?

Que realizará sendo aviso comercial, pero añadido a ello también redactar el texto en el que se expondría el producto que se ofrecería. De allí lo “perverso” de la solicitud. En “aquellos” días eso no lo solía hace un gráfico.

Ese momento volvió a suceder una y otra vez al paso de los años hasta el día de hoy, claro la supervisora cambiaba de morena a rubia, castaña y de nuevo a morena en el transcurso de los años; pero se repetía con mayor exigencia y desafío.

Estudiar y aprender de manera básica lo que hace el cliente, buscar referencias anteriores, buscar imágenes y reunirlas, evaluar la diagramación ideal o semejante a la imagen de marca del cliente.

Buscar guías o leer acerca de ejemplos similares que solucionen el problema; redactar el texto, re formularlo una y otra vez, determinar que será la dominante; la imagen, el texto; etc. Forma parte de todo el trabajo y todo ello trascendía a mas allá de un simple “diseñito”.

Habiendo aceptado el reto y tomando acción de cruzar mi Rubicón, los resultados no se hicieron esperar.

Al final, sentado en mi silla, tomando de un bidoncito una infusión fría de boldo para el hígado, repase para mis adentros cual Tony Stark, después de agarrarse a golpes con el Mandarín y meterse una tranca con whisky descongelado en un microondas las siguientes dos palabras:

ESTUDIAR (claro académicamente hablando) el problema y/o requerimiento del cliente, “no lo olvides Rogelio”, “para tu libro”, me decían.

AYUDAR (porque eso es lo que hacemos… ayudar a solucionar problemas) ayuda a tu cliente (tu prójimo), que te ayudaras a ti mismo.

Parece mentira, pero a todos nos ha pasado, cuando llega “ese” momento.

 
 
 

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